lunes, 29 de junio de 2009

Alicante 06/09 (I)

Día 1: Logroño - Madrid
Distancia: 348 km // Tiempo: 3:50 h // Consumo: 32 L

Combustible: 29,09 € // Peajes: 0,0 € // Total: 29,09 €
Itinerario VíaMichelín
Pasar por Madrid para ir de Logroño a Alicante no es precisamente el "Itinerario recomendado" en ningún localizador de itinerarios, pero era parada obligatoria en mi camino hacia la ciudad levantina, ya que tenía que recoger a la hermana y la prima de Eva.
A lo largo de la semana había valorado, y casi elegido, la posibilidad de bajar el Jueves por la tarde hasta Madrid, concretamente a Guadarrama. La razón de ser de este pensamiento era comprar este hervidor de agua

en la tienda de Blipposol, ubicada en ese pueblo en la c/ Dos de Mayo nº5. Tiene un precio de 35€ al que hay que sumar unos 8€ de gastos de envío, los cuales me podía ahorrar si pasaba a comprarlo in-situ.
Por cansancio (o vagancia) no salí hasta el Viernes por la mañana. Me levanté, preparé mis cosas y salí a eso de las 9:30 de la mañana. Lo primero que hice fue ir a llenar un poco más el depósito, 30€ en el surtidor de Eroski, en el centro comercial Berceo, el segundo más barato de la zona según la página del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. El Viernes pagué el Diesel normal a 0,909€.
Tuve que volver a casa a por las gafas de sol, porque el día se presentaba muy soleado, y esto retrasó la salida de Logroño hasta las 10:00. No quise ir por autopista ya que disponía de bastante tiempo, valía con que estuviera en Madrid a las 16:00. Así, salí por la A-12 en dirección Burgos hasta pasado Nájera, donde se encuentran las obras de ejecución de la autovía y desde donde hay que continuar por la N-120 de toda la vida.
Villafranca Montes de Oca da paso al puerto de la Pedraja, punto que a lo largo de los años ha visto innumerables accidentes, muchos de ellos en la curva que te planta ya en plena subida (en dirección hacia Burgos), justamente aquí

en esa horquilla que se ve en el centro de la imagen.
A mi me tocó (es algo muy habitual) comenzar la subida detrás de un par de camiones, junto con otras dos furgonetas. No hay muchos sitios para adelantar, pero los que hay son suficientemente largos para hacerlo con tranquilidad. Aun así uno de los furgoneteros debía tener mucha prisa y se la jugó bastante en una curva para adelantar al otro.
Dejando atrás el puerto, al pasar por Ibeas de Juarros vi el cartel de las "IX Jornadas de Lechazo" de Aranda de Duero, que acababan ese fin de semana.
De Burgos hasta la capital se hace todo por autovía, la A-1, cuyo asfalto deja mucho que desear para ser sinceros. Y por si su bacheado piso no fuera suficiente, me encontré un madero en el carril izquierdo cuando circulaba a 125km/h. El vehículo que me precedía lo pisó y cuando salió de debajo suyo, era demasiado tarde para evitarlo, así que me vi pasando por encima de él con el eje izquierdo con el consiguiente golpe en ruedas y suspensiones.
Hice prácticamente todo este tramo con el Tempomat activado y me di cuenta de cuan acertado fue instalarlo (pese a lo que costó en tiempo y quebraderos de cabeza). La pierna del acelerador no se cansa ni la mitad ya que, aparte de no tener que ir apretando el pedal, puedes cambiarla de posición cuando quieras y así ir descansando.
Como veía que ir a comprar el hervidor no iba a valer para nada porque cuando llegase seguramente habrían cerrado para ir a comer, decidí ir directamente a Madrid. Hice una pequeña parada a 40km para comer un bocadillo y beber algo de agua y continué mi camino.
Al llegar la c/ Doctor Fleming aparqué la furgo en una zona de aparcamiento vigilado. Yo me encontraba en zona verde y en la acera de enfrente había zona azul.

Crucé a ésta al dispensador de tickets (no vi otro) pero parecía que era únicamente para la azul y le pregunté a una señora que pasaba a mi lado.

YO: Disculpe... - no reacciona- Perdón.
Me mira sin detenerse.
YO: Disculpe, ¿la zona verde funciona igual que la azul o es diferente?
ELLA: Eso se lo preguntas a un guardia - mientras me esquiva y acelera el paso.


Me quedé con tres palmos de narices. La buena señora debía de tener algún tipo de trauma con la gente sin afeitar o que lleva pendientes... Le pregunté también a otro chico que venía en dirección al dispensador y que tuvo como primera reacción quedarse parado. Él, al menos, me remitió a un señor encargado de cuidar los coches de los clientes del hotel de enfrente, quien por fin pudo ayudarme. Me aclaro que la zona verde es más cara y tiene un límite de uso menor que la zona azul.
Con esto, busqué otra plaza pero en zona azul y me puse a leer un poco el libro Un mundo sin fin, de Ken Follet, para hacer tiempo hasta que vinieran mis pasajeras. También me dio tiempo a echarme 15 minutos de siesta en la furgo y de dar un paseo en busca de un lugar para tomar café.


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